Ilegales: tiempos viejos, tiempos salvajes.

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TIEMPOS VIEJOS, TIEMPOS SALVAJES

Podría equivocarme, pero creo que el primer concierto que Ilegales dieron en Pamplona se celebró en el Pabellón Anaitasuna y terminó a hostias. Eran otros tiempos, claro, y cuesta decidir si la bronca pudo empezar con Heil Hitler! o con Eres una puta. En realidad da lo mismo; la gente iba sobre aviso y dispuesta a la gresca, encantada de cabrearse, tener algo a mano que lanzar sobre el escenario y abrirse paso cuando Jorge Martínez entrara al trapo y saltara sobre ellos. Iba a ocurrir, porque ese era uno de los atractivos de los conciertos de Ilegales: salir con un ojo morado entraba en el precio.

Por raro que parezca hoy, los discos de Ilegales no sufrieron ninguna censura. Epic los distribuyó con toda la carga de exabruptos y las emisoras no tuvieron más remedio que tragar con sus estribillos incendiarios. Puede que Soy un macarra fuera la primera canción en español en que la palabra “hostia” se escuchaba con toda claridad, y todavía recuerdo la cara de mi padre al paso de un chiringuito playero en el que sonaba Destruye, cuando la voz de Martínez graznaba “lo conseguisteis / me jodisteis bien / la zancadilla / nada más nacer”. Ya os lo he dicho: eran otros tiempos.

Ilegales no comenzaron a estar censurados hasta que dejaron de lado las palabras gordas: en 1990 la cadena SER retiró la canción Me gusta cómo hueles porque su letra hablaba del suicidio de una modelo depresiva. Así es como una de las diez mejores canciones del pop español fue desterrada, y así es como se comenzó a imponer el criterio de que la audiencia necesitaba ser protegida por los medios, igual que una camada de cachorritos indefensos del frío.

¿La música? Sí, claro, eso importaba también. En el caso de Ilegales, cada canción era como una frase escrita en la pared: se leía perfectamente, no tenía más que un significado, podías aprenderla y repetirla cuanto quisieras. La música de Ilegales siempre ha sido transparente y, a diferencia de la mayor parte de las bandas de su generación, impecable en lo técnico. Porque Ilegales siempre suenan perfectamente, no dejando ni el menor hueco al amateurismo. ¿Hazlo tú mismo?… solo si sabes hacerlo.

Probablemente sea eso lo que ha permitido a Jorge Martínez mantenerse tieso durante casi 40 años y seguir publicando discos. Saber cómo hacerlo, cómo afinar la guitarra, cómo escribir una letra capaz de partirte en dos y cómo arreglárselas para conseguir que alguien grabe el resultado. También cómo sacarse una gira de la manga y cuadrar conciertos en los que no falla nada.

No sé de qué cojones hablan las canciones que suenan hoy en la radio, pero las de Jorge hablan de macarras ante el espejo, de enamorados en Varsovia, de rebeliones, de Charles Lindbergh cruzando el Atlántico sin paracaídas, de tipos que hacen surf de noche y del funeral de Europa. El tipo de cosas que me interesan infinitamente más que saber si Billie Eilish ha conseguido dormir esta noche… Ni os imagináis la cara que puse al escucharla el otro día en un chiringuito.

Ilegales estarán tocando este viernes en la Sala Zentral a las 22:00

 

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3 thoughts on “Ilegales: tiempos viejos, tiempos salvajes.”

  1. En el Anaitatasuna Ilegales y Rosendo 1984 , ahi estaba un txabal de 14 años con su camiseta sin mangas llena de guitarras y la palabra Ilegales. 35 o 36 años de aquello . Mi cuadrilla fue a escuchar a Rosendo, el raro solo iba a ver al loco Jorge. Yo no tenia edad para ponerle el ojo morado a nadie, pero salí sinteiéndome Mazinguer. Grandessss

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