Así fué Uzta Festa 2018

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UZTA FESTA, EN LA VARIEDAD ESTÁ EL TRIUNFO

El pasado fin de semana diversos escenarios de Pamplona pudieron disfrutar del Uzta Festa, un festival itinerante en varias de las salas que más programan y que contenía en su cartel propuestas más que interesantes dentro de la música underground en donde se mezclaban géneros tan dispares entre sí como la cumbia, el trap, el pop indie, la música experimental o la electrónica de baile.

A lo largo de dos jornadas, con un presupuesto ajustado y la ausencia de publicidad mediática quedó demostrado que a veces el público de Pamplona apuesta por la música diferente si esta lleva aparejado un buen precio.

VIERNES

La apertura del festival en la sala Subsuelo le correspondió a Vulk, que demostraron por que se viene hablando mucho y bien de ellos en un concierto enérgico lleno de arrebatos cercanos al punk ya desde la posición (que no pose) y movimientos en el escenario de su frontman Andoni Eguiluz. Poseedor de una voz que recuerda a los popes del postpunk británico onda Joy Division o Chameleons, los esfuerzos de la formación bilbaína no lograron contagiar a un público excesivamente frío en estas primeras horas de música en directo. Un claro ejemplo de que en esta ocasión el grupo estuvo por encima de su público.

Tras esta apertura llegó el turno de Fasenuova, toda una rara avis en los escenarios pamplonicas.  El dúo de Mieres tiran de intensidad y gritos guturales en una especie de concierto-performance con el sudor y la energia como denominador común.

Equipados con una mesa llena de cacharrería analógica, consiguen conectar  con todo aquel que quiera introducirse en el mundo amenazante lleno de la oscuridad en clave EBM de su propuesta.

Un directo intenso y feroz en el que e incluso incitaron al baile marciano en clave kraut en temas como bailas perfectamente y que mereció más atención que la dada por el sector charlatán de las últimas filas.

Con un retraso de más de media hora por la pérdida de un USB se presentó Pedro Ladroga, pantalones militares, velo y gorra del Barça sobre el escenario de la Plaza del Castillo en un concierto que ejemplificó la fractura social respecto al trap.

El integrante de la fábrica de ritmos quebrados Ladrogalab fue de menos a más tirando de la socarronería del hip hop de la vieja escuela, ego ( contínuos “vaya temazo” a sus propios temas) y alusiones al Kanye West de Niggas in París”.  La gente más cercana a los 20 años disfrutaba en las primeras filas  mientras los mayores de 30 ponían cara de no entender.

Pasada la medianoche fue el turno de Esteban y Manuel, uno de los conciertos que despertó una mayor algarabía entre los asistentes. Con proyecciones playeras ad hoc  y a medio camino entre una orquesta de verbena de verano con autotune ( “vamos que se caiga la plaza”) , el sabor popular de Los Chichos y la cadencia latina del “Supernatural” de Santana, su aparición sobre las tablas del Cavas incitó continuamente al baile y puso la sonrisa en la boca en muchos de los presentes. La presencia de Pedro Ladroga en una colaboración en la que no faltó el crowdsurfing fue el claro ejemplo de que su música es una cosa para disfrutar y dejarse llevar fuera de prejuicios.

Al finalizar la jornada, Katza en sus sesión en Katos Disco dío buena muestra de una variada maleta en la que no dudó de intercalar géneros dentro de la electrónica con alguna parada en el reggae-dub o el Eisbaer de Grauzone.

SÁBADO

La jornada comenzaba a mediodía en un Nébula llenísimo desde el comienzo a pesar de la injustificable demora de más de hora y media sobre el horario programado. En la hora de la comida, Tronco ofreció un concierto intimista a dos voces marcado por el sello naïf de la escuela Elefant  con temas tan marca de la casa como “Aturdida por formar una pareja”. Hubo guiños  a Vainica Doble ( “Con las manos en la masa” ) y  una  referencia autoparódica en la canción “Tirando a mal” en las que el público reía con la afirmación de que  “no se puede ser más cursi que nosotros dos”. Una almibarada propuesta que en grandes dosis puede llegar a empalagar pero que ajustándose a su tiempo deja buen regusto.

Exnovios tomaron el relevo pasadas las tres de la tarde en uno de los conciertos en los que quizá mejor han sonado de sus últimas apariciones. Con el fichaje al bajo para la ocasión de Israel Medina ( Reina Republicana ) se mostraron muy rodados abriendo con “Llévame a casa” en un setlist con temas a medio camino entre Brian Jonestown Massacre y Los Brincos ( Como Anduriña suena a hit pretérito)

Anari abría los conciertos por la tarde en Subsuelo frente a un público hablador que había vuelto a reunirse como en la jornada anterior y ponía trabas a una apuesta intimista que merecía un mayor respeto.  Aun así, la voz de la cantante azkoitiarra llenaba el espacio con su sola presencia en un concierto en el que hubo palabras en favor de la marcha por el euskera que se celebró ese día en Pamplona.

Para la parte final rescató del Ep “Epilogo bat” una intensa “Epilogoa”y  las emocionantes “Harriak” y “Aingura Hegodunak” que pusieron el broche a un concierto que destiló sinceridad y una relación emocional con cada tema.

Juarez tomaron el relevo en una actuación que contó con una gran presencia de público que comenzaba a llenar la sala. El alargamiento de algunos temas de esos dos grandes ejercicios de rock oscuro y psicodelia que son Escafandra y Caléndula como “Tu y yo en el tobogán vampiro” hizo que el concierto contara con menos temas de los posibles ajustándose a su horario de 45 minutos dejando al respetable con ganas de más.

Perro era uno de los platos fuertes de la noche con su propuesta entre el hardcore, el  pop y el punk. El quinteto se vió reforzado por dos baterías que daban fuerza a la sección rítmica de la banda. A través de sus fragmentos más enérgicos demostraron que podrían ser el grupo más B-Core que nunca estuvo en B-core y que tienen potencial para estar (si es que no lo están ya) en la primera división del indie, allá donde están triangulos, planetas y Leones Benaventes.

 Abrieron con “Reptiliano”, uno de los hits del “Estudias Navajas” y también presentaron “Trópico Lumpen”, su último disco producido por Hans Krüger con el que quizá había menos conexión por lo cercano en el tiempo de su estreno. Lástima de que el conjunto quedara un poco deslavazado y que se dejaran hits como “La Reina de La Inglaterra pero el concierto de estos murcianos en general rayó a gran altura.

El último concierto del festival nos llevaba al Cavas a escuchar a Cuchillo de Fuego, la formación gallega que llevó adelante su propuesta a caballo entre el rock/metal cercano al Doom y las fases más aceleradas más cercanas al hardcore del estilo Refused.

 Lo original de la propuesta se sustentó en las voces a medio camino entre el mc y el predicador nihilista. Su concierto contentó a metaleros e indies por igual  si bien es cierto que conviene apuntar que su punto fuerte radica en las canciones más lentas en las que las líneas de bajo destacaban sobre el resto. Por lo general fue un show sólido en el que el público disfrutó con la energía oscura de este grupo venido de Pontevedra.

Con un balance más que positivo sobre lo programado solo queda desear que esta cosecha anual no caiga en barbecho y mantenga su apuesta  en la que la diversificación pueda alimentar a un público tan heterogéneo como el de esta edición  mientras que el aficionado curioso puede beneficiarse de una variedad de sabores. Nos vemos en Uzta Festa 2019.

 

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